Dilma Presidenta - Em nome da verdade

Espaço Cultural

Um espaço de discussão sobre nosso tempo

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BBC The Birth of Israel 2008 legendado


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The Fourth World War 2003 legendado



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Un análisis del poder
Do jornal El País

Por José Pablo Feinmann

El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura del poder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primer plano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.

Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos como una empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.

El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña del señor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era e impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del “campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.

El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.
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Sara Robinson: A ascensão do fascismo nos Estados Unidos

Do Viomundo antigo - Atualizado em 11 de outubro de 2009 | Publicado em 07 de setembro de 2009 às 18:16

Estados Unidos fascistas: Já chegamos lá?

Por Sara Robinson, no Blog For Our Future

Através da escuridão dos anos do governo Bush, os progressistas assistiram horrorizados ao sumiço das proteções constitucionais, à retórica nativista, ao uso do discurso de ódio transformado em intimidação e violência e a um presidente dos Estados Unidos que assumiu poderes só exigidos pelos piores ditadores da história. Com cada novo ultraje, o punhado de nós que tinha se tornado expert na cultura e na política da extrema-direita ouvia de novos leitores preocupados: Chegamos lá? Já nos tornamos um estado fascista? Quando vamos chegar lá?

E cada vez que essa pergunta era feita, gente como Chip Berlet e Dave Neiwert e Fred Clarkson e eu mesma olhava para o mapa como o pai que faz uma longa viagem e respondia com um sorriso confortador. “Bem… estamos numa estrada ruim, se não mudarmos de caminho poderíamos acabar lá em breve. Mas há muito tempo e oportunidades para voltar. Fique de olho, mas não se preocupe. Pode parecer ruim, mas não, ainda não chegamos lá”.

Ao investigar a quilometragem nesse caminho para a perdição, muitos de nós nos baseávamos no trabalho do historiador Robert Paxton, que é provavelmente o estudioso mais importante na questão de como os países adotam o fascismo. Em um trabalho publicado em 1998 no Jornal da História Moderna, Paxton argumentou que a melhor forma de reconhecer a emergência de movimentos fascistas não é pela retórica, pela política ou pela estética. Em vez disso, ele afirmou, as democracias se tornam fascistas por um processo reconhecível, um grupo de cinco estágios que identificam toda a família de “fascismos” do século 20. De acordo com nossa leitura de Paxton, ainda não estávamos lá. Havia certos sinais — um, em particular — em que estávamos de olho, e ainda não o reconhecíamos.

E agora o reconhecemos. Na verdade, se você sabe o que procura, repentinamente vê isso em todo lugar. É estranho que eu não tenha ouvido a pergunta por um bom tempo; mas se você me fizer a pergunta hoje, eu diria que ainda não chegamos, mas que já entramos no estacionamento e estamos procurando uma vaga. De qualquer forma, o futuro fascista dos Estados Unidos aparece bem grande diante do vidro do automóvel — e os que dão valor à democracia dos Estados Unidos precisam entender como chegamos aqui, o que está mudando e o que está em jogo no futuro próximo se permitirmos a essa gente vencer — ou mesmo manter o território.

O que é fascismo?

A palavra tem sido usada por tanta gente, tão erroneamente, por tanto tempo que, como disse Paxton, “todo mundo é o fascista de alguém”. Dado isso, sempre gosto de começar a conversa revisitando a definição essencial de Paxton:

“Fascismo é um sistema de autoridade política e ordem social que tem o objetivo de reforçar a unidade, a energia e a pureza de comunidades nas quais a democracia liberal é acusada de produzir divisão e declínio”.

Em outro lugar, ele refina o termo como “uma forma de comportamento político marcado pela preocupação obsessiva com o declínio da comunidade, com a humilhação e a vitimização e pelo culto compensatório da unidade, energia e pureza, na qual um partido de massas de militantes nacionalistas, trabalhando em colaboração desconfortável mas efetiva com as elites tradicionais, abandona as liberdades democráticas e busca através de violência redentora e sem controles éticos ou legais objetivos de limpeza interna e expansão externa”.

Não considerando Jonah Goldberg, é uma definição básica com a qual a maioria dos estudiosos concorda e é a que usarei como referência

Do proto-fascismo ao momento-chave

De acordo com Paxton, o fascismo surge em cinco estágios. Os dois primeiros estão solidamente atrás de nós — e o terceiro deveria ser de particular interesse para os progressistas nesse momento.

No primeiro estágio, um movimento rural emerge em busca de algum tipo de renovação nacionalista (o que Roger Griffin chama de palingenesis, o renascimento das cinzas, como a de fênix). Eles se reúnem para restaurar uma ordem social rompida, como sempre usando temas como unidade, ordem e pureza. A razão é rejeitada em favor da emoção passional. A maneira como a história é contada muda de país para país; mas ela sempre tem raiz na restauração do orgulho nacional perdido pela ressureição dos mitos e valores tradicionais da cultura e na purificação da sociedade das influências tóxicas de estrangeiros e de intelectuais, aos quais cabe o papel de culpados pela miséria atual.

O fascismo somente cresce no solo revolto de uma democracia madura em crise. Paxton sugere que a Ku Klux Klan, que se formou em reação à Restauração pós-Guerra Civil, pode ser o primeiro movimento autenticamente fascista dos tempos modernos. Quase todo país da Europa teve um movimento proto-fascista nos anos seguintes à Segunda Guerra Mundial (quando o Klan experimentou um ressurgimento nos Estados Unidos), mas a maior parte deles empacou no primeiro estágio — ou no próximo.

Como Rick Perlstein documentou em seus dois livros sobre Barry Goldwater e Richard Nixon, o conservadorismo moderno dos Estados Unidos foi construído sobre esses mesmos temas. Do “Despertar nos Estados Unidos” [tema de campanha de Ronald Reagan] aos grupos religiosos prontos para a Ruptura [os milenaristas], ao nacionalismo branco promovido pelo Partido Republicano através de grupos racistas de vários graus, é fácil identificar como o proto-fascismo americano ofereceu a redenção dos turbulentos anos 60 ao promover a restauração da inocência dos Estados Unidos tradicionais, brancos, cristãos e patriarcais.

Essa visão foi abraçada tão completamente que todo o Partido Republicano agora se define nessa linha. Nesse estágio, é abertamente racista, sexista, repressor, excludente e permanentemente viciado na política do medo e do ódio. Pior: não se envergonha disso. Não se desculpa para ninguém. Essas linhas se teceram em todo movimento fascista da História.

Em um segundo estágio, os movimentos fascistas ganham raízes, se tornam partidos políticos reais e ganham um lugar na mesa do poder.

Interessantemente, em todo caso citado por Paxton a base política veio do mundo rural, das partes menos educadas do país; e quase todos chegaram ao poder se oferecendo especificamente como esquadrões informais organizados para intimidar pequenos proprietários em nome dos latifundiários.

A KKK lutava contra os pequenos agricultores negros [do sul dos Estados Unidos] e se organizou como o braço armado de Jim Crow. Os “squadristi” italianos e os camisas-marrom da Alemanha reprimiam greves rurais. E nos dias de hoje os grupos anti-imigração apoiados pelo Partido Republicano tornam a vida dos trabalhadores rurais hispânicos nos Estados Unidos um inferno. Enquanto a violência contra hispânicos aumenta (cidadãos americanos ou não), os esquadrões da direita estão obtendo treinamento básico que, se o padrão se confirmar, poderão eventualmente usar para nos intimidar.

Paxton escreveu que o sucesso no segundo estágio “depende de certas condições relativamente precisas: a fraqueza do estado liberal, cujas inadequações condenam a nação à desordem, declínio ou humilhação; e a falta de consenso político, quando a direita, herdeira do poder mas incapaz de usá-lo sozinha, se nega a aceitar a esquerda como parceira legítima”.

Paxton notou que Hitler e Mussolini assumiram o poder sob essas mesmas circunstâncias: “Paralisia do governo constitucional (produzida em parte pela polarização promovida pelos fascistas); líderes conservadores que se sentiram ameaçados pela perda de capacidade para manter a população sob controle num momento de mobilização popular maciça; o avanço da esquerda; e líderes conservadores que se negaram a trabalhar com a esquerda e que se sentiram incapazes de continuar no governo contra a esquerda sem um reforço de seus poderes”.

E, mais perigosamente: “A variável mais importante é aceitação, pela elite conservadora, de trabalhar com os fascistas (com uma flexibilidade recríproca dos líderes fascistas) e a profundidade da crise que os induz a cooperar”.

Essa descrição parece muito com a situação difícil em que os congressistas republicanos estão nesse momento. Apesar do partido ter sido humilhado, rejeitado e reduzido a um status terminal por uma série de catástrofes nacionais, a maior parte produzida pelo próprio partido, sua liderança não pode nem imaginar governar cooperativamente com os democratas em ascensão. Sem rotas legítimas para voltar ao poder, sua última esperança é investir no que restou de sua “base dura”, dando a ela uma legitimidade que não tem, recrutá-la como tropa de choque e derrubar a democracia americana pela força. Se eles não podem vencer eleições, estão dispostos a levar a disputa política para as ruas e assumir o poder intimidando os americanos a se manterem silenciosos e cúmplices.

Quanto esta aliança “não santa” é feita, o terceiro estágio — a transição para um governo abertamente fascista — começa.

O terceiro estágio: chegando lá

Durante os anos do governo Bush, os analistas progressistas da direita se negaram a chamar o que viam de “fascismo” porque, apesar de estarmos de olho, nunca vimos sinais claros e deliberados de uma parceria institucional comprometida entre as elites conservadoras dos Estados Unidos e a horda nacional de camisas-marrom. Vimos sinais de flertes breves — algumas alianças políticas, apoio financeiro, palavras-de-ordem doidas da direita na boca de líderes conservadores tradicionais. Mas era tudo circunstancial e transitório. Os dois lados mantiveram uma distância discreta um do outro, pelo menos em público. O que acontecia por trás das portas, só dá para imaginar. Eles com certeza não agiam como um casal.

Agora, o jogo de advinhação acabou. Nós sabemos sem qualquer dúvida que o movimento do Teabag foi criado por grupos como o FreedomWorks do Dick Armey e o Americans for Prosperity do Tim Phillips, com ajuda maciça de mídia da Fox News [a TV de Rupert Murdoch, o magnata da mídia, é porta-voz da extrema-direita dos Estados Unidos].

[Nota do Viomundo: O movimento do Teabag foi um protesto em escala nacional, organizado pelos republicanos, com ampla cobertura da Fox, em que eleitores protestaram contra a cobrança de impostos e o tamanho do governo federal. Uma tentativa de trazer de volta a rebelião contra a cobrança de impostos que esteve na origem do movimento de independência dos Estados Unidos. Ver Boston Tea Party]

Vimos a questão dos birther [aqueles que acreditam que Barack Obama não nasceu nos Estados Unidos, mas no Quênia] — o tipo de lenda urbana que nunca deveria ter saído da capa do [jornal sensacionalista] National Enquirer — sendo ratificada por congressistas republicanos.

Vimos os manuais produzidos profissionalmente por Armey que instruem grupos de eleitores republicanos na arte de causar distúrbios no processo de governo democrático — e as imagens de autoridades públicas aterrorizadas e ameaçadas a ponto de requererem guarda-costas armados para sair de prédios [os protestos aconteceram durante audiências públicas para debater o novo sistema de saúde].

Vimos o líder da minoria republicana John Boehner aplaudindo e promovendo um vídeo de manifestantes e esperando por “um longo e quente agosto para os democratas no Congresso”.

Este é o sinal pelo qual estávamos esperando — o que nos diria que sim, crianças, chegamos. As elites conservadoras dos Estados Unidos jogaram abertamente seu futuro com o das legiões de descontentes da extrema-direita. Elas deram apoio explícito e poder às legiões para que ajam como um braço político nas ruas americanas, apoiando ameaças físicas e a intimidação de trabalhadores, liberais e autoridades que se neguem a defender seus [das elites] interesses políticos e econômicos.

Este é o momento catalisador em que o fascismo honesto, de Hitler, começa. É nossa última chance de brecá-lo.

O ponto decisivo

De acordo com Paxton, esse momento da aliança do terceiro estágio é decisivo — e o pior é que quando se chega a esse ponto, é provavelmente tarde para pará-lo. Daqui, há uma escalada, quando pequenos protestos se tornam espancamentos, mortes e a aplicação de rótulos em certos grupos para eliminação, tudo dirigido por pessoas no topo da estrutura de poder. Depois do Dia do Trabalho [Labor Day], quando senadores e deputados democratas voltarem a Washington, grupos organizados para intimidá-los vão permanecer na cidade e usar a mesma tática — aumentada e aperfeiçoada a cada uso — contra qualquer pessoa cuja cor, religião ou inclinação política eles não aceitem. Em alguns lugares, eles já estão tomando nota e preparando listas de nomes.

Qual é a linha do perigo? Paxton oferece três rápidas perguntas que nos ajudam a identificar:

1. Estão os neo ou proto-fascistas se tornando arraigados em partidos que representam grandes interesses e sentimentos e conseguem ampla influência na cena política?

2. O sistema econômico ou constitucional está congestionado, de forma aparentemente insuperável, pelas autoridades atuais?

3. A mobilização política rápida está ameaçando sair do controle das elites tradicionais, ao ponto que elas poderiam buscar ajuda para manter o controle?

Pela minha avaliação, a resposta é sim. Estamos muito perto. Muito perto.

O caminho adiante

A História nos diz que uma vez essa aliança [entre a elite e a tropa de choque] é formada, catalisada e tem sucesso em busca do poder, não há mais como pará-la. Como Dave Neiwert escreveu em seu livro recente, The Eliminationists, “se apenas podemos identificar o fascismo em sua forma madura — os camisas-marrom com passos de ganso, o uso de táticas de intimidação e violência, os comícios de massa — então será muito tarde para enfrentá-lo”.

Paxton (que anteviu que “um autêntico fascismo popular nos Estados Unidos será crente e anti-negros”) concorda que se uma aliança entre as corporações e os camisas-marrom tiver uma conquista — como a nossa aliança tenta agora [barrando a reforma do sistema de saúde proposta por Barack Obama] — pode rapidamente ascender ao poder e destruir os últimos vestígios de um governo democrático. Assim que ela conseguir algumas vitórias, o país estará condenado a fazer a feia viagem através dos dois últimos estágios, sem saída ou paradas entre agora e o fim.

O que nos espera? No estágio quatro, quando o dueto assumir o controle completo do país, lutas políticas vão emergir entre os crentes do partido dos camisas-marrom e as instituições da elite conservadora — igreja, militares, profissionais e empresários. O caráter do regime será determinado por quem vencer a disputa. Se os membros do partido (que chegaram ao poder através da força bruta) vencerem, um estado policial autoritário seguirá. Se os conservadores conseguirem controlá-los, um teocracia tradicional, uma corporocracia ou um regime militar podem emergir com o tempo. Mas em nenhum caso o resultado lembrará a democracia que a aliança derrubou.

Paxton caracteriza o estágio cinco como “radicalização ou entropia”. Radicalização é provável se o novo regime conseguir um grande vitória militar [Nota do Azenha: sobre a Venezuela, por exemplo], o que consolida seu poder e dá apetite para expansão e uma reengenharia social em grande escala (Veja a Alemanha). Na ausência do evento radicalizador, podemos ter a entropia, com a perda pelo estado de seus objetivos, o que degenera em incoerência política (Ver a Itália).

É fácil neste momento olhar para a confusão na direita e dizer que é puro teatro político do tipo mais absurdamente ridículo. Que é um show patético de marionetes. Que esse povo não pode ser levado a sério. Com certeza, eles estão com raiva — mas eles são minoria, fora do poder e reduzida a ataques de nervos. Os crescidos devem se preocupar com eles tanto quanto se preocupam com uma menina de cinco anos, furiosa, que ameaça segurar a respiração até ficar azul.

Infelizmente, todo o barulho e as ameaças obscurecem o perigo. Essa gente é tão séria quanto uma multidão linchadora e eles já deram os primeiros passos para se tornar uma. Eles vão se sentir mais altos e mais orgulhosos agora que suas tentativas de desobediência civil estão contando com apoio integral das pessoas mais poderosas do país, que cinicamente os usam numa última tentativa de garantir suas posições de lucro e prestígio.

Chegamos. Estamos estacionados exatamente no lugar onde nossos melhores especialistas dizem que o fascismo nasce. Todos os dias que os conservadores no Congresso, os comentaristas de extrema-direita e seus barulhentos seguidores conseguem segurar nossa capacidade de governar o país, é mais um dia em que caminhamos em direção à linha final, da qual nenhum país, mostra a História, conseguiu retornar.
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Como identificar o protofascismo em nosso meio

Por Raymundo de Lima(*)

Preocupado com a ascensão do fascismo na Europa, denominado de "nova direita", o pensador e semiólogo italiano, Umberto Eco, já em 1995, em artigo intitulado A nebulosa fascista, (Folha de S. Paulo-Cad.Mais! 14/05/95) propôs 14 pontos que visam distinguir o nazismo do "protofascismo" na sociedade contemporânea. (O "proto" refere-se aos sinais de um início ou os sintomas de ressurgimento do fascismo em nossa época). A seguir, apresentamos 8 distinções entre ambos, baseados em U. Eco, S. Beauvoir, S. Sikek, entre outros da bibliografia consultada.
1) O nazismo tinha uma teoria das raças, do povo ariano naturalmente escolhido para mandar nos demais, era anti-cristão e seguia a filosofia materialista. Para Hitler, a decadência da civilização proviria obrigatoriamente do cruzamento de raças, portanto, sua solução era que a humanidade fosse dividida segundo as raças, onde haveria de fundar o Übermenshc (super-homem). Seu regime político era necessariamente totalitarista. Já o fascismo mesmo não sendo inteiramente totalitário, era um sistema de força que deixava a população dividida, entre os partidários da truculência e os pressionados a passar para o lado dos fortes, senão seriam perseguidos. Tanto faz se o fascismo for de estado, de uma instituição, de grupos ou indivíduo, sua atitude é fundada na intolerância, na perseguição aos diferentes e termina gerando efeitos traumáticos sobretudo naquelas pessoas que são despossuídas de poder. A tolerância é uma virtude que "tem certos limites, que são os de sua própria salvaguarda e da preservação de suas condições de possibilidade" (Comte-Sponville, A., 1995, p. 173-89).
Assim como não se pode ser tolerante com o criminoso, também não se pode ser tolerante com quem é intolerante. Karl Popper, observa que há um paradoxo da tolerância: "Se formos de uma tolerância absoluta, mesmo para com os intolerantes [e protofascistas]e se não defendermos a sociedade tolerante contra esses assaltos [agressões, abusos de poder, terrorismos], os tolerantes serão aniquilados, e com eles a tolerância". Portanto, ser tolerante para com o protofascismo e seus agentes - que são fudamentados na intolerância aos diferentes no modo de ser, de pensar e agir - é, pois se oferecer ao aniquilamento enquanto virtude e pessoa existente.
2) Um traço protofascista é o "culto da ação pela ação". A ação fascista é beligerante e carece de reflexão prévia, logo, é uma ação de fundo irracional ou passional e imprudente. O fascista não fala, age e faz discursos. Quer dizer, nele some a pessoa - que fala - para dar lugar ao discurso político em nome de alguma causa. O discurso que a engendra costuma vir em forma de razão e moral cínicas, de moralismo e legalismo positivista. Segundo S. Sizek, a "razão e a moral são cínicas" na medida em que eles sabem que fazem um ato mau, mas mesmo assim argumentam sobre a "justeza" e a "humanidade de seus atos". Sua denúncia não é baseada na justiça, mas no seu próprio sentido de justiça que visa prejudicar alguém, por vezes fazendo uso da delação, da palavra ferina, de insinuações e alusões e até pode usar de agressão física num momento de descontrole. (No caso do terror, a violência extrema é calculada racionalmente, portanto, não se trata de um ato louco, mas de um ato perverso). O protofascista, procura justificar que seu ato foi "para o bem coletivo...", "para evitar a decadência estética das artes...", "para evitar um mal maior" ou ainda como era freqüente nos tempos da ditadura: "para salvar a nação dos comunistas, da corrupção, dos gays", etc.
3) Enquanto o desacordo é sinal de diversidade, o protofascista pretende alcançar o consenso explorando o medo e a angústia das pessoas. O ambiente de trabalho, por exemplo, é lugar escolhido para gerar intrigas, divisões. Há estudos que trabalham com a hipótese de que espaços movidos pelo espírito protofascista produz mais esquizofrenias paranóides que os outros. Assim como existem seres humanos "terapêuticos", que fazem bem aos outros, também há personalidades perversas que tem a capacidade de causar desarmonia social, desequilíbrio psíquico e atravancar o andamento de projetos, desenvolvendo: desconfiança, ressentimento, inimizade, sensação de pavor, de perseguição ou paranóia.
4) Não importa se a ideologia "oficial" do grupo é nazi-fascista, anarquista, ou até mesmo socialista ou ecologista, a tática protofascista pode intencionalmente ocupar todos os espaços para fazer sua política de "tudo vale". Os indícios vão desde slogans do tipo "Brasil: ame-o ou deixe-o" (lembram do período Médice?), também, posicionamentos do tipo "quem não está conosco, está contra nós" (comuns em assembléias de decisões). Por vêzes, as atitudes moralistas ou legalistas "da letra" podem esconder interesses ocultos de ânsia pessoal pelo poder ou de gozo perverso em sustentar a atitude de beligerância.
5) A estrutura psíquica do protofascista tende a ser perversa e narcisista. "Perversa" porque são incapazes de amar outra pessoa e respeitar a lei que fundamenta a convivência humana e "narcisista" porque "acha feio o que não é espelho"; quanto patológico, o narcisista rejeita tudo que é diferente (idéias, opiniões, crenças, valores, modo de agir e de ser) e somente aceita o que é seu igual. Há patologia no seu ato de olhar que sempre acha alguém ou grupo como "mau". Para o nazista, o narcisismo está em atribuir a culpa de tudo de ruim na economia e na sociedade aos judeus. Hoje, o fascista pensa que aqueles que não se enquadram exatamente nas idéias, crenças e valores que ele acredita, devem ser queimados, eliminados socialmente ou fisicamente. A vontade de poder do nazismo e a intolerância do fascismo tem repugnância pela compaixão ou empatia que é a capacidade de se colocar no lugar do outro, de sentir-se na pele do outro e sofrer com ele. (O mesmo posicionamento do fascista acontece com o terrorista, com um diferencial: sua causa é o gozo místico que está acima da vida dele e de todos, não há compaixão, não há empatia, só fanatismo). É próprio da estrutura perversa e narcisista do protofascista: a dureza de caráter, a frieza de espírito, a indiferença, a secura no coração, a insensibilidade diante de um necessitado e sua tendência a falar mal dos que não se adequam à sua camisa de força moral. São os agenciadores das fofocas e da politicagem. Goebbls, o ministro da comunicação de Hitler, dizia que "uma fofoca é uma mentira que repetida várias vezes, terminam virando verdade".
6) O protofascista, acredita [delira] que está em marcha uma conspiração, uma rede secreta de conspiração. Os supostos inimigos podem ser os comunistas, os negros, os gays, as mulheres que estão subindo ao poder, todos aqueles que recusam a fazer pacto cego com ele, são vistos como os "do mau". Sua visão de mundo maniqueísta divide-se entre os que representam "o bem" e os que representam "o mau". Um fascista costumava dizer: "Quem não está do nosso lado é contra nós". É notável seu desprezo pelo pluralismo de idéias, a incapacidade pelo diálogo e debates de idéias. Eles pensam que estão sempre do lado do bem e da verdade absoluta. O protofascista vive a fantasia de ter sido eleito pelo divino para fazer o bem. Seu ideal e ação são messiânicos. (Nesse sentido, tanto os EUA, como os terrorista tem algo em comum: o messianismo delirante - escrevo esse adendo após os ataques de 11/09/01, em Nova York). Segundo U. Eco, os fascistas estão condenados a perder suas guerras porque são visceralmente incapazes de avaliar objetivamente a força do inimigo.
7) Para o protofascista, "não há luta pela vida mas vida pela luta". Acredita que o homem é o lobo do homem, a vida é uma luta em que vencem os mais fortes. Vivendo em estado de guerra permanente, ele vê o pacifismo como fraqueza ou simplesmente um mal na sociedade atual. Umberto Eco chama de "complexo de Armagedon", porque há nele a crença de que haverá uma batalha final para derrotar de vez os inimigos, após o qual o movimento controlará o mundo. Após a "solução final", haverá uma Era de Ouro, o que contradiz com o princípio da guerra permanente no fascismo. Enquanto a Era de Ouro não vem, alguns poucos fascistas escolhem viver perigosamente o gozo da luta política. Mussolini, símbolo número um do fascismo, que se aliou a Hitler na 2a. guerra mundial e que acabou pendurado de cabeça para baixo, exposto à execração pública dos italianos, tinha como lema de vida "vivere pericolosamente". Dizia: "Prefiro um dia de leão a mil de ovelha".
8) Para além das idéias de Umberto Eco, observamos que o protofascista é movido pelo esquizo-paranoidismo. Por exemplo, em casa tende a ser uma pessoa de convivência harmônica, aparentemente equilibrada, mas quando está com seu grupo de iguais ideológicos, entra em "transe grupal", isto é, alucina um campo de batalha onde se oferece aos imperativos da gestalt do grupo, como um soldado, uma bestasfera agressiva, intriguenta, e suicida, enfim, abdica de sua identidade pela "causa" mítica. Alguém disse que tais pessoas são tomadas pelo "espírito de Torquemada" (inquisidor espanhol que mais matou em nome da 'santa inquisição') ou pelo "estilo Goering", o segundo homem após Hitler, que na intimidade era bonachão, amante das artes e da cultura, mas no trabalho colocou sua inteligência na invenção dos campos de concentração e no extermínio em massa dos não arianos. (Esse estado de "transe" poderia ser coletivo e vingativo; uma vez que é puramente passional poderia causar efeitos extremamente imprevisíveis, tanto homicidas como suicidas. É só dar uma olhada na história das guerras).
Uma vez terminada a ditadura militar, no Brasil, de clara orientação fascista, lamentavelmente ainda sobrou seus efeitos camuflados entre diversos grupos sociais, tal como aquele que ensaiou um movimento separatista no sul do Brasil. Na convivência cotidiana, os protofascismos estão expressos nos assédios morais, nos discursos que desqualificam o próximo, nos atos de injustiça, nas bisbilhotagens dos grampos telefônicos, nas intrigas calculadas para prejudicar um colega de trabalho ou estudo, nas falas e atos provocativos de qualquer espécie, etc.
Diante do obscurantismo de nossa época, da esclerose de idéias e de valores, da mediocridade de pensamentos que não consegue dar conta de entender a complexidade de nossa época e, sobretudo, a ausência de sabedoria em todos os setores da existência humana, só nos resta ficarmos de plantão para prevenirmos em relação ao protofascismo individual ou institucional.
Ou seja, no cenário mundial contemporâneo, há indícios de aparecimento de um novo fascismo (o protofascismo) conforme apontamos no início desse artigo, projetando uma nova Auchwitz, ou outros novos movimentos movidos pelo ódio, que obrigam os diferentes a pregar no peito ou na alma suas ideologias tresloucadas, símbolos e atitudes de intolerância e de opressão do mais forte sobre os fracos.
Infelizmente, o fascismo, nazismo e o racismo estão entre nós sob inocentes disfarces. (Já o terrorismo, pela sua própria natureza e modo cruel de expressão é de origem perversa e narcisista, gostando de se expor os seus efeitos e fetiches visando obter gozos "loucos" com o sofrimento dos outros).
Contra o protofascismo, o nazismo, o racismo e o terrorismo resta-nos mais que nos defendermos, rápida e eficazmente, desmascará-los, desmantelar sua armação homicida e suicida, que pode aparecer em qualquer momento e em qualquer parte do mundo. Nossa senha deve ser: "não esquecer, resistir, denunciar e sobretudo apostar na VIDA, sempre!!!".Sugestões de bibliografia sobre o fascismo: BEAUVOIR, S. O pensamento de direita, hoje. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1972.
BECKER, S. A fantasia da eleição divina: Deus e o homem. Rio de Janeiro: Cia. de Freud,1999.
COMTE-SPONVILLE, A. Pequeno tratado das grandes virtudes. São Paulo: M. Fontes, 1995.
DOMENACH. J.M. Propaganda política. DEL, s. d.
ECO, U. A nebulosa fascista. Folha de S. Paulo - Cad. Mais!, 14/05/95.
FREIRE COSTA, J. Narcisismo em tempos sombrios. In: Percursos na História da Psicanálise. Rio: Taurus-Timbre, 1988.
REICH, W. Psicologia de massa do fascismo. Porto: Publicações Escorpião, 1974
SIKEK, S. Eles não sabem o que fazem: o sublime objeto da ideologia. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 1990.
______. O superego pós-moderno. In: Folha de S. Paulo- Cad. Mais!, (...) 1999.
Filmes:
  • O OVO DA SERPENTE de Ingmar Bergman.
  • FASCISMO SEM MÁSCARA: Um antigo filme soviético que revela os instrumentos de propaganda do fascismo.
(*) Psicanalista, mestre em Psicologia Escolar (UGF) e Doutor em Educação pela Universidade de São Paulo (USP). professor do Depto. Fundamentos da Educação (DFE) da Universidade Estadual de Maringá (Pr), e voluntário do CVV-Samaritanos de Maringá (PR).
Revista Espaço Acadêmico http://www.espacoacademico.com.br